sábado, 1 de diciembre de 2012

Un paseo por el Páramo



 
Cinco amigas tomamos un día para pasear por el Páramo en las afueras de Mérida. Primero mostaré una visita que hicimos a una vieja molina, porque allí aparecemos todas todas nosotras retratadas, y luego reproduciré las imágenes de algunos paisajes de las montañas bajas. Finalmente habrán los picos más altos. En el camino mostraré algunas fotos de lugares que visitamos en el camino.
 



 

 
 
 
 
 
 
 Un lindo perro mirándonos por una ventana alta
 
 Las aspas del molino, ya secas porque el agua ha sido desviado y se ha reducido a un chorrillo que apenas moja la tierra.
 
 
 
 
Los bellos paisajes
 

 

 
Un pueblito andino que se agarra a la careterra con su acera estrecha.
 
 
 
Más abajo en el camino hacia el Páramo hay un ambiente tropical, y luego se ve un clima tropical de alturas más elevadas. Pasando estas vistas, la tierra se vuelva más árida y se ven ríos que han traído piedras de todos los tamaños. Hay siembras de papas y cebollín y los agricultores han tenido a apliar las piedras en muros, cercados y pilas. A estas elevaciones se aprecia más el frío y hace falta poner algún tipo de abrigo.




Piedras regadas por el pequeño valle.

 








Piedra es uno de los materiales preferidos para construir muros y algunas casas todavía están hechas de esta manera antigua.
 
 
San Benito es uno de los santos importantes en la zona y le celebran en lugares como Mucuchies, el pueblo más alto de Venezuela. Su imagen aparece sobre una gran madera: primero muestro el santo con todo su ambiente, y luego un detalle.
 

 
 
Han erigido un monumento a “Nevado” un perro mucuchí que defendió la hacienda de su amo frente a todo el ejército de Simón Bolívar hasta que llegara su amo. Bolívar fue tan impresionado con el animal que su amo lo regaló para que acompañara al ejército en su marcha de liberación. Finalmente, dicen, murió en plena batalle atacando los caballos de los españoles.
 
La iglesia y la casa de Juan Felix Sánchez que construyó como un gran acto de fe, un labor que duró toda su vida. Hace muchos años mi hija, cuando era adolescente, hizo un viaje caminando por estas montañas, y ella y sus amigos quedaron con él como sus húespedes. Por esto, el Sr. Sánchez ha quedado en mi imaginación como un gran hombre. Ya en su memoria han convertido su casa en un museo.
 
 
 
 
 
 
 
Más allá de las grandes piedras traídas por el río aparecen los frailejones.
 


De Chachopo a Apartadero
caminas, Luz Caraballo,
con violeticas de mayo,
con carneritos de enero;
inviernos del ventisquero,
farallón de los veranos,
con fríos cordilleranos,
con riscos y ajetreos...
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                                       Andrés Eloy Blanco
 
 
 
 
 
 
 
 
 

                                                               

 

 






El Pico del águila

 
 

 
 
La Laguna Negra
 

 
 
 


 
 
 
 
 
 
 
 
Y de regreso a Mérida