domingo, 3 de octubre de 2010

Where are you, Ovidio Lozada? / Ovidio Lozada, ¿Dónde estás?


English: San Antonio de los Altos (Venezuela) is chaotic and has been abandoned administratively. Our mayor, Ovidio Lozada is nowhere to be seen.

The picture shows a hole in the road that goes behind the Picacho Commercial Center and ends at the Pan American highway. There are no warning signs, and at night it is very dangerous.

I didn’t take a picture of a tragedy I saw this past week when a car fell at least ten meters down the mountain on the road from Candelaria to Potrerito. The driver had to be removed from her car by the firemen. The cause was the same: a road with damaged borders that was insufficiently indicated as dangerous.

Some months ago I approached a policeman to inform him of similar problem near where I live. He told me it wasn’t his responsibility to do anything about it, and that I should write a letter to the appropriate authorities. As I left his partner approached and asked, “What did that crybaby want?”

That is how we are protected around here these days.


Español: San Antonio de los Altos (Altos Mirandinos, Venezuela) está en caos y los encargados de mantenerlo en funcionamiento han abandonado sus responsabilidades. Ovidio Lozada, nuestro alcalde, no está cumpliendo con sus obligaciones.

La foto demuestra un hueco en la vía que va desde el Picacho hasta la Carretera Panamericana. No hay ningún señal que indica la presencia de este peligro, y de noche los choferes están en riesgo de caerse por el barranco.

No tomé una foto de la tragedia que vi en la vía que sube desde Candelaria hasta Potrerito, pero esta semana un vehículo cayó unos diez metros sobre su techo. Los bomberos tuvieron que extraer la mujer herida que lo conducía. Se debió a la misma desidia: rutas cuyos bordes ceden y que no se señalan con suficiente claridad.

Hace unos meses un camino cerca a mi casa también sufrió lo mismo. Me acerqué a un oficial de la policía para sugerir que alguien marcara el espacio para prevenir accidentes; me dijo que no era su responsabilidad y que debería hacer una carta al departamento apropiado de la Alcaldía. Al alejarme en mi carro de este intento fracasado de prevenir un accidente, su compañero se le acercó y escuché: “¿Qué era aquella lloradera?”

Así son nuestros protectores hoy en día.