El faro eléctrico se ve como un tibio sol secundario de otro planeta; el verdadero astro ya se ha ocultado para la noche, y los caraqueños participan en la tranca ritual de tráfico que deben superar, como héroes mitológicos de la modernidad, para poder llegar a su casa. Un buhonero todavía se encuentra en plena faena comercial.
